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Artículo de prensa

El curso de iniciación al esquí alpino adaptado cumple su cuarta edición.

La Sensación de libertad, la experiencia que supone para una persona discapacitada probar un deporte que le plantea nuevos desafíos, deslizarse por la nieve disfrutando del entorno v de la velocidad, todo eso proporciona el esquí».

Quien habla así es Teresa Silva, presidenta de la Fundación También, entidad con la que la Federación Madrileña de Deportes de Minusválidos Físicos (Fdmf) realiza conjuntamente la cuarta edición de estos cursos de esquí adaptado.

La iniciativa, que empezó hace cuatro años con siete alumnos, se ha convertido ya en una auténtica escuela de esquí de la que 30 personas con discapacidad se van a beneficiar durante 10 fines de semana en el esquí alpino. Gracias a la financiación de (Jajá Madrid y Telefónica Data, y a la experiencia de los años anteriores, los organizadores del curso han reunido el suficiente material adaptado para dar la oportunidad al mayor numero de personas posible.

«Los cursillos -explica Teresa Silva- se llevarán a cabo durante 10 domingos en la estación madrileña de Valdesquí y nuestra pretensión es que acudan entre 30 y 40 alumnos». A pesar de que todavía no estaba confirmada la fecha de comienzo, «todo depende de la nieve v del clima», Teresa confía en que tras las fiestas de Reyes puedan iniciarse las clases.

Según sus monitores, en estos cursos de iniciación se enseña el esquí «desde cero». Según Ángel Lozano, uno de los monitores y principal impulsor de la iniciativa, «el primer día procuramos que los alumnos pierdan el miedo a la nieve, se adapten al entorno y practiquen el equilibrio sobre los esquís». En algunos casos, al segundo día ya se puede bajar una pista sencilla y los más experimentados son capaces de descender por las calles señalizadas en rojo (el segundo nivel de mayor dificultad).

MONITORES VOLUNTARIOS:

Si estos cursos pueden llevarse a cabo es, sobre todo, gracias a los monitores que de forma desinteresada acompañan v enseñan a los esquiadores con discapacidad las técnicas de este deporte. «Normalmente va un monitor por alumno, porque esta práctica requiere una enseñanza especializada y una atención, en los primeros momentos, individual», aclara Teresa Silva. Por todo ello, en diciembre los voluntarios pasaron por un periodo de formación, aunque en muchos casos ya habían participado en ediciones anteriores.

Teresa Silva no duda a la hora de señalar un culpable en este crecimiento de la afición por el esquí para discapacitados. «El artífice de todo esto ha sido Ángel Lozano». Ángel Lozano conoció el esquí para personas con discapacidad en Estados Unidos durante su estancia en Colorado. «Empecé dando clases a ciegos y, gracias a la ayuda de los patrocinadores, hace cuatro años pusimos en marcha el primer curso para discapacitados físicos». Mucho ha cambiado desde esa primera vez, cuando comenzaron con siete, alumnos v tres monitores.

Tanto es así que este año se ha organizado un programa paralelo para aquéllos que deseen realizar estancias de cinco días en las estaciones de Sierra Nevada, «la más accesible y mejor adaptada de cuantas hay en España» o de Boí Taüll en Lérida. Según los organizadores, estas salidas posibilitan una mayor progresión. Su intención es realizar cuatro cursos de estas características al año y que acudan a ellos tanto deportistas con discapacidad como familiares v amigos de éstos.

Un tercer pilar de este impulso al esquí adaptado lo constituye el equipo de exhibición y competición Santiveri, coordinado por la Fundación También. Creado hace dos temporadas, está formado por campeones de España v miembros de la selección nacional con diversas discapacidades y su labor se centra en la divulgación de este deporte a través de exhibiciones y su participación en los Campeonatos de España y Cataluña. Además, asesora a las estaciones para que éstas adapten sus instalaciones y abran escuelas de monitores especializados para esquiadores con discapacidad.

Ahora sólo queda ajustarse bien los esquís y las botas, y esperar que la nieve cubra las estaciones para empezar a disfrutar de un deporte «de integración -aseguran sus impulsores— que permite a personas con discapacidad y sin ella esquiar juntos, además de inculcar un afán de superación, fundamental para los ciudadanos con minusvalías».

Las adaptaciones no impiden la utilización de remontes y telesillas. Las personas con discapacidad visual también pueden practicar el esquí con la ayuda de un monitor que les sirve de guía.

MODALIDAES DE ESQUÍ ADAPTADO:

Tres apoyos:
En esta modalidad se utiliza un esquí y dos estábiles, parecidos a las muletas Convencionales, pero además incorpora un pequeño esquí en un extremo, que permite caminar y deslizarse gracias a sus dos posiciones. Está indicada para esquiadores con amputaciones de piernas por encima de la rodilla o con polio.

Cuatro apoyos:
Indicada para personas con amputaciones por debajo de la rodillas, parálisis cerebral, espina bífida, esclerosis múltiple o distrofia muscular. Esta modalidad permite usar dos esquís y dos estábiles. Una cuerda elástica entre los esquís, conocida como ski bra, proporciona mayor control de pies, piernas y caderas.

Monoesquí:
El esquiador usa un asiento ajustable que se mantiene sobre un solo esquí y resulta complicado de manejar. Requiere fuerza y equilibrio, y está dirigido a personas con doble amputación de piernas y lesiones medulares bajas.

Biesquí:
El deportista se desliza sobre un asiento rígido que se apoya en dos esquís especialmente diseñados. Si la minusvalía no es severa, el deportista puede esquiar con cierta independencia con ayuda de unos pequeños estábiles en sus brazos.